La navidad

miércoles, 22 de diciembre de 2004

Pocas navidades son las que me han gustado y no sé la fecha precisa en que mi animadversión por ese día inició, pero sí tengo presente que eso viene desde pequeño. Mi actitud no fue producto del azar ni tampoco una revancha con mi etapa edípica, sino parte de esas confusas y caóticas historias personales que terminan con cualquier punto de referencia positiva en nuestros gustos.
Para mi está claro que el primer problema serio con la navidad lo tuve cuando en mi niñez me enteré que mi tía Cris era Santa Claus, a partir de ese día ese personaje y esa fecha me parecieron una farsa y algo detestable, por lo que siempre que veía en la calle a ese gritón absurdo con su ridículo gorro salía corriendo.
Después de eso las otras navidades fueron el reino de lo paterno, ausente de madre las navidades para mi no tenían sentido. Pero el punto final creo que se dio en mis adolescencia, cuando tenía 14 años, cuatro días antes de dicha fecha falleció mi padre y con ello la navidad me pareció el lugar más desolado, por lo que ahora para mi siempre las navidades son el reino de la ausencia y evito al máximo caer en su ritos, cuando algunos familiares me invitan a pasar con ellos ese día invento pretextos y me fabrico salidas a lugares inexistentes para evadir las reuniones en tal fecha.
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